lunes, 25 de diciembre de 2006

Queremos tanto a Julio

Sin duda uno de los mejores libros del año. Queremos tanto a Julio: un homenaje a Cortázar, de autores varios, es un recorrido a lo largo de la obra de este gran escritor a través de 15 covers realizados por los mejores autores argentinos de la actualidad más algunos extranjeros. Inspirado en los discos de rock de homenaje como el tributo a Depeche Mode y poniendo en práctica la vieja idea que presenta Borges en Pierre Menard, autor del Quijote, este libro es una novedad que rompe con la noción de derechos de autor acuñada desde comienzos del siglo XIX. Se abre con el capítulo 62 de Rayuela reescrito por la joven promesa de la literatura francesa Fabian Barthez, quien realizó un curso intensivo de castellano durante un año con el objeto de poder participar en este proyecto. Vale aclarar que si bien “logró un manejo bastante fiel del español” esto fue en última instancia lo que no le permitió hacer un buen cover, por falta de originalidad; es decir, si el libro no dijera de antemano que era una versión del artista galo, se podría suponer que se trata de una copia más (una copia bien hecha, sí, pero simplemente una copia) del capítulo original de Cortázar. Muy distinto a éste, es el caso del segundo escrito de la obra, a cargo de Ricardo Piglia. Este escritor elige hacer el cover de Tortugas y cronopios, lo cual es sin duda una decisión por demás acertada. Acá se ve sin duda uno de los puntos salientes del libro, pues el hecho que un borgeano ortodoxo como Piglia pueda rescatar uno de los cuentos más transgresores (con respecto al canon) de Cortázar no hace otra cosa que marcar que las diferencias entre los dos grandes escritores argentinos del siglo XX sólo son aparentes, siendo en esencia un mismo estilo y recuperando así la unicidad perdida (quizás nunca antes encontrada) que nuestra literatura necesita.
El segundo gran acierto del libro se da al final de éste con el cover que hace Saer del ya clásico La autopista del sur. El tratamiento que le da a este cuento el suscitado autor es increíble, llevándolo a niveles de análisis que en la versión original nunca podrían darse. Veamos un poco esto: en la versión de Cortázar el tono de denuncia es evidente, el gobierno de De Gaulle es un ente opresor que provoca el caos (también en las autopistas) y la única denuncia posible es a través de la imaginación que culminará con el Mayo del ´68. Pero el parisino Cortázar no es el parisino Saer, casi 40 años pasan entre las dos versiones del cuento y sin embargo Saer trata de mostrar que una situación en apariencia mucho más tranquila es quizás incluso peor. Además, este cuento tiene el agregado de ser lo último que escribió Saer antes de morir.
Vale decir entonces, que Queremos tanto a Julio es un gran acierto editorial que incluso se burla anticipándose a las previsibles críticas[1]. Esto se ve muy bien cuando Sábato haciendo el cover del cuento Simulacros de Historias de Cronopios y de Famas dice:
“Tenemos un defecto: nos falta originalidad. Casi todo lo que decimos está inspirado –digamos francamente, copiado- de modelos celebres. Si alguna novedad aportamos es siempre inevitable: los anacronismos o las sorpresas, los escándalos”
nICO

[1] Como la que hace el autor del artículo acerca de Fabian Barthez. (Nota del editor)

2 comentarios:

mmmmm dijo...

Dónde se consigue esta maravillosa pieza musical?

mmmmm dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.