miércoles, 18 de abril de 2007

La fiesta increíble

-Te dije que no nos iban a dejar entrar, sos un colgado- dijo enojado Santos.
-Buen, qué se yo, pero los chabones son unos garcas… no es tan tarde, podrían dejarnos entrar, para mí que no nos dejan por tus bermudas de mierda- alegó el Alemán en su defensa.
-¿Eh?... ¡Callate!, mis bermudas están bárbaras. Si fuese por esto- dijo señalando sus bermudas- a vos te hubiesen dejado entrar… no. No ves que no nos dejan entrar porque ya son las 5 y media.
-No es tan tarde, loco. Qué nos dejen pasar.
-¡Qué no va a ser tarde!- dijo Santos señalando su reloj.
-…
-¡La mejor fiesta de todos los tiempos y nosotros acá afuera! Si no hubieras estado tres horas en tu casa diciendo “me hago una línea más y salimos”, hubiésemos podido entrar.
La noche para Santos y el Alemán había terminado sin siquiera comenzar. Habían llegado tarde al galpón de San Telmo en donde se hacía la fiesta y se vieron con la noticia que ya no podían ingresar; resignados, compraron en un kiosco cercano un vino barato y lo comenzaron a tomar en la puerta del lugar.
-¿´tará bueno ahí adentro?- preguntó Santos.
-Y… calculó que sí- respondió resignado el Alemán encendiéndose un cigarrillo- debe estar lleno de drogas y de minas.
A las 6 y pico de la mañana encendieron el único porro que tenían. Esto coincidió con las primeras personas que, lentamente, comenzaban a salir de la fiesta.
-Che, ¿cómo está adentro?- le preguntó Santos a una pareja que se estaba yendo.
-No sabés, una cosa increíble- dijo el hombre de la pareja- había una pista de los ´80 que tocaba una banda covers de Depeche Mode y había ríos de merca.
“Ríos de merca” quedó resonando en la cabeza del Alemán, “¿qué carajo serán?, debe ser una cosa increíble”
-Déjennos pasar- vociferó
-Bueno, por lo menos tenemos un porro- le comentó su amigo, pasándoselo a modo de consuelo
-¡Andate a la mierda con tu porro!... ¡No!, mejor dame.
Se fumaron todo el cigarro rápido para tranquilizarse y para cuando lo terminaron ya estaban demasiado locos como para seguir enojados. A eso de las 7 de la mañana Santos dijo:
-Che, ¿sacó otro porro?
-¡Ah! ¡¿tenés otro?! ¡Qué bueno!
-…
-Pensé que habías traído uno solo.
-¿Por qué pensaste eso?- preguntó indignado Santos
-No sé, se me ocurrió.
-Bueno, se te ocurrió mal.
-…
- No te hagas el que sabe porque nadie nunca sabe nada.
-…
-… -Si… bueno, en literatura existe el narrador omnisciente, que sabe todo.
-No, eso es mentira. El narrador omnisciente no existe… si te fijas vas a ver que en todos los cuentos que supuestamente hay narrador omnisciente, en realidad no hay, es una apariencia, el autor le deja una falla imperceptible al narrador para que no sea omnisciente. Es como una regla.
-¿En serio?
-Sí, en serio.
El flash literario de Santos y el Alemán fue interrumpido por un grupo de chicos que salían de la fiesta a los que les preguntaron que tal estaba.
-Una cosa increíble- les dijeron- Había confiteros llenos de bicho y te agarrabas todos los que querías.
-Sí, y mujeres con tetas del tamaño de heladeras que segregaban porro de los pezones- agregó un borracho más que estaba saliendo.
“¡Qué bueno!”, pensó el Alemán, “minas con tetas enormes”. A las 10 y media de la mañana salió su amigo Charly.
-Che, Charly, ¿cómo estuvo?- le dijo Santos.
-¿Qué pasó? No viniste, ortiba.
-No, no nos dejaron entrar.
-Hubieran entrado igual, estaba bárbara… Lleno de putas y había un gotero de LSD. Salí porque me moría. No doy más. Me voy a tirar a dormir en este colchón- dijo Charly arrojándose contra el capot de un Renault 12 rojo estacionado en la esquina.
Un poco más tarde, salieron del galpón una par de chetitas insoportables. Eso al Alemán lo irritó al extremo, “que a esas boludas las dejasen entrar” y a ellos no. El enojo aumentó aún más cuando una de ellas se le acercó con una cámara y le pidió que les sacara una foto. Él, con mucha clase, dijo:
-Sólo te sacó una foto si la cámara es mi pija y mi wuasca es el flash.
Las dos chicas se apartaron rápidamente.
-Así me gusta- les gritó Santos- Váyanse rápido a teñirse el pelo, rubias taradas, antes de que les crezca una neurona nueva.
Los dos amigos continuaron fumando porro y tomando vino barato en la puerta del lugar, si ellos no iban a la fiesta que la fiesta fuese a ellos, por eso mientras tanto hablaban con la gente que se iba yendo. Finalmente, a las 11 de la mañana, salió “el tipo que fumó tanto porro que se convirtió en Kiko del Chavo del 8”[1] y pudo en breves palabras explicarles perfectamente a los dos amigos lo que se habían perdido; simplemente cuando le preguntaron cómo era adentro, respondió:
-Es… dbght…- dijo tapándose la boca- Incre…gthk… Llena de mi…gthrd y porro… ¡guahtdhhhh!- concluyó por fin bañando a Santos, que se encontraba debajo de él, en un vómito con forma de fideos con salchichitas y un dudoso olor a cerveza y vodka New Style.

nICO
[1] Carlos Villagrán nació en Guadalajara, Méjico a principio de los años ´80. Que tuviese el mismo nombre que el famoso actor no fue más que pura casualidad; de hecho su vida difirió mucho de la de su homónimo. Educado en el ceno de una familia tradicional, desde muy chico se le inculcó el hábito del estudio, de este modo sus boletines tanto de primaria como de secundaria sólo tenían nueves y diez a excepción de Deportes donde las calificaciones siempre fueron considerablemente más bajas. “Es un excelente alumno, estudios, culto y cordial. Un ejemplo para sus compañeros” llegó a comentar una vez su profesora de Castellano de primer año.
Al terminar el colegio secundario decidió estudiar filosofía debido a la pasión que sentía por textos de Heidegger, Gadamer, Hegel, Sartre y Marx, entre otros, además de su ambición de demostrar que “existe una realidad más allá de la que ven nuestros ojos”. De este modo, 5 años más tarde se licenció en filosofía con medalla de honor de la Universidad Autónoma de Méjico y fue admitido para hacer un posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Cabe aclarar que la vida que se lleva en Puan –nombre con que se conoce a la suscitada facultad- es muy diferente a lo que tenía acostumbrado Carlos; de este modo la forma de vida de este ejemplar estudiante cambió de una manera trascendental. Es así como recién en uno de los primeros días de clase, Carlos conoció el porro, algo que para él nunca había existido, y lo fumó y le encantó. La principal razón por su gusto por el porro fue que con él pensó que su filosofía había triunfado ya que logró encontrar una realidad más allá de la que le mostraban sus ojos, sin embargo también le encantaba de esta droga la alegría que traía. Por ello, una vez que la probó, nunca más la pudo dejar.
Un poco después de cumplirse un año de vida en Buenos Aires (ya habiendo abandonado por completo los estudios), estaba Carlos fumando un porro con su novia en una plaza, como él no lo soltaba, ella dijo:- “Che, pasalo”. Pero no ocurrió nada, por lo que volvió a repetir el pedido, pero nuevamente Carlos no respondió, estaba completamente “colgado” en un viaje de cannabis. Una vez más por lo tanto su novia repitió el pedido y esta vez él si respondió muy irritado:- “Hay, ya callate, callate que me desesperas”. Simultáneamente a esto sus cachetes crecieron tanto hasta tomar el tamaño de pelotas de golf y Carlos dejó de ser conocido por su nombre para comenzar a llamarse “el tipo que fumó tanto porro que se convirtió en Kiko del Chavo del 8”. Después, comenzó a usar un ridículo traje negro de marinero.

martes, 3 de abril de 2007

Descubrí algo zarpado

amiga y cogía en msje d txt se escribn = 26642. así q vos q tenés una amiga[1] q la re qres es tu hna. Sácate la caseta y decí la vdad: careta de merda t la qres cger!!
y vo ortiba sácate la gora.

nICO
[1] O quizás te equivocaste y querías decir “cogía”.