domingo, 1 de julio de 2007

De todos los colectivos que existen no hay uno mejor que el número 44. Cuando uno viaja en 44 el día es diferente, el cielo se pinta del color que quieras. Ya de por sí, este colectivo se toma de diferente manera al resto de los colectivos. Para frenar un 44 en lugar de tener que levantar la mano derecha hasta la altura del hombro, simplemente hay que tocarse la frente con la lengua; entonces este el colectivo donde esté, Charly lo frena frente a nuestras narices. Es de por sí una obligación que los choferes de estos colectivos se llamen Charly, y son todos iguales: unos gorditos simpáticos. No obstante el carácter de un Charly siempre queda condicionado por su trabajo. Porque cuando uno sube dice alegre:_ “Hola Charly”, pero Charly levanta su índice derecho y señala el cartel que dice que está prohibido hablar con el conductor. Entonces uno dice:_”Pero Charly, yo sólo te quiero saludar”, y Charly hace lo mismo que hizo antes. Por lo tanto uno deja de tratar de conversar con el bueno de Charly, pide uno de ochenta y se va a sentar atrás tan amargado que ni siquiera se fija si le tocó un boleto capicúa.

Posdata: es muy común en estos colectivos no saber bien donde bajarse, entonces uno le pide a Charly que le avise en tal calle y él asiente con la cabeza y por lo tanto uno piensa:_”¡Qué bueno que es Charly!” Sin embargo el viaje llega hasta la terminal y aún uno no se bajó. Entonces baja del colectivo perdido cagando a puteadas a Charly, pero luego uno mágicamente ve el boleto que aún no había visto que dice:
“Nico[1], perdón por no avisarte donde bajar pero me comprometía con el trabajo. Te quiero
Charly”.
Y a uno automáticamente le vuelve el amor por Charly y está deseoso de tomar otro colectivo número 44.

nICO
[1] Reemplazar Nico por el nombre o apodo de cada uno para que el cuento sea aún más mágico.

sábado, 19 de mayo de 2007

El existencialista

¿Cómo hablás de la angustia humana
si sos garca y te gustan las pendejas,
hacés libros con raras moralejas
y ta va Nietzche que le da a su hermana?

Cagás a tu mujer, como vos pagana,
los hombres son libres sin importar las rejas
mientras la ex de Vian te chupa la verja
y él te describe cuan mierda inhumana.

Escribís La Nausea e ideas “El Mayo”,
sos burgués, mas comprometido, tu arte,
sos visco y feo como un caballo.

Te cagás en los del Nobel aparte,
pues sos libre como dice tu ensayo,
porque sos el mejor, sos Jean Paul Sastre.

nICO

domingo, 6 de mayo de 2007

El Secreto (Marihuana)

Todavía recuerdo la pregunta con la que triplicó en el “imbatible de oro” de Susana Giménez:-“¿En qué año se descubrió la isla de Australia?” (1776). Y con la que ganó “¿Quién quiere ser millonario”:- “¿De qué nacionalidad era el poeta Tristan Tzara?” (Ruso). No podía ser cierto, pero lo era, era algo increíble… y cuando terminó los concursos de preguntas y respuestas comenzó a dedicarse al Prode con los mismos asombrosos resultados. Por lo tanto, el desenlace fue evidente: a la 4ta fecha que quiso jugar ya no lo dejaron apostar; debió buscar entonces una nueva profesión y encontró así acilo en el casino. Casi con espontaneidad se volvió un experto del Black Shack, sin embargo este nuevo pasatiempo tampoco lo pudo conservar: las autoridades del Conrad de Punta del Este inventaron la historia de que se lo había encontrado fumando marihuana por las inmediaciones del hotel y, con esta falsa excusa, le prohibieron la entrada a todos los casinos del mundo. A partir de ese entonces se despreocupó por el dinero y buscó por lo tanto una diversión sin fines de lucro; la encontró casi al instante: el ajedrez. De esta manera comenzó a jugarlo en la plaza de la esquina de su casa con los jubilados del barrio; su estilo de juego sólo era superado por su desempeño: brillante. No pasó mucho tiempo para que se convirtiese en un nuevo fenómeno, primero barrial y luego porteño. Todo el mundo iba a verlo: recuerdo la vez en que superó toda lógica y récord e hizo mate en 3 movidas, fue sorprendente; y aquella ocasión en que ganó 15 partidas simultáneas. Era realmente una fiesta verlo jugar, aunque también un misterio: ¿Cómo podía ganar todo lo que hacía? ¿De dónde provenía esa inteligencia tan superior y asombrosa? Estas son sólo algunas de las preguntas que el periodismo formuló sin ninguna respuesta satisfactoria; la inteligencia de nuestro prodigio en este sentido se convirtió en un mito.
La última vez que lo vi fue 2 días antes de que la policía comunicase la tragedia de su suicidio. Me había recibido en su casa de Barrio Norte con el fin de que le hiciera una nota para la revista Contorno luego de que le ganase la final del mundo a nada menos que Victor Shklovski en solamente 11 movimientos. Antes de empezar la entrevista, tuvimos una larga conversación sobre literatura e historia en la que me demostró su condición de verdadero Fausto de la contemporaneidad, después jugamos una partida de ajedrez y, si bien jugué como nunca en mi vida, perdí en sólo 5 movidas. Ya hecho esto, se soltó y comenzó a hablar sin que siquiera le hiciera una pregunta:
“Usted viene acá porque como todos quiere saber el origen de mi inteligencia y conocimiento. Está bien, no es necesario que ponga esa cara de disimulo, creo que si yo fuese otra persona también querría saber el origen de tan extraño fenómeno, así que no va a ser necesario que empiece la entrevista con “ante todo gracias por brindarnos esta nota” y clichés de ese estilo; no va a ser necesario.
Básicamente soy así porque mi padre fue un verdadero hijo de puta. No se asombre, a medida que cuente mi historia va a entender la afirmación que estoy diciendo.
Hasta los 10 años tuve una vida de los más normal; es cierto que nunca tuve una madre, pero el amor y cuidado de mi padre lo compensaba. Iba a la escuela, tenía amigos… en fin, tenía la vida de todo niño. Sin embargo el día en que cumplí 10 años todo cambió. Mi papá desde hacía varios meses atrás estaba construyendo una nueva habitación en la casa, mas no me dejaba entrar: me decía que era un regalo que sólo iba a poder ver cuando estuviese terminado. El día en que cumplí años me dejó verla y entré en ella.
Era una habitación bastante grande, tendría 5 metros por 5 metros; no obstante eso no fue lo que me llamó la atención. Lo sorprendente era la forma del piso, las paredes y el techo: una cuadriculado blanco y negro, blanco y negro, blanco y negro, tal cual un tablero de ajedrez. Estupidizado viendo esto, no me di cuenta que mi padre me había encerrado.
Grité durante horas que me parecieron semanas, hasta que cansado e impotente me quedé dormido. Cuando me desperté noté un humo extraño con un olor también bastante peculiar, en ese momento no supe de que se trataba (aunque ahora sí: era marihuana en estado gaseoso que mi padre echaba por un conducto a la habitación). Además comprendía que por más que gritará no iba a poder salir, mi padre estaba haciendo algún raro experimento conmigo; del mismo modo que contaminaba mi aire con ese humo, también contaminaba mi ambiente acústico con grabaciones sonoras (que salían de 4 enormes parlantes que había en cada una de las esquinas de la habitación) sobre los más diversos temas: literatura, historia, geografía, cine, deportes, música, matemáticas, pintura, et cetera.
De esta manera viví totalmente aislado del mundo durante 10 años, drogándome y recibiendo información de lo más diversa, incluso mientras dormía. Cuando cumplí 20 años mi padre me dejó salir de la habitación y por miedo de que yo lo matase, él mismo se voló los sesos. Yo sin saber qué hacer, totalmente enajenado del mundo, tuve que buscar medios para subsistir (lo que incluía comprar marihuana también puesto que con el encierro me había vuelto adicto a ella). Encontré una posibilidad en el programa de Susana Giménez y así fue como me di cuenta que era un genio.
Ahora se debe estar preguntando cómo puede ser que la marihuana me haya convertido en una enciclopedia viva. Ni siquiera yo lo sé bien, pero tengo una hipótesis: cuando uno está drogado tiene una sensación de que no entiende nada y le pasa de todo; sin embargo esto sólo ocurre en sociedad. Cuando uno está aislado como fue mi caso, simplemente le pasa de todo, pero no es que no entiende nada pues uno para no entender nada tiene que tener algo para entender, pero en mi caso no convivía con nadie; quién me iba a dar algo entonces para que yo entendiera y terminase no entendiéndolo. De este modo, la marihuana provocaba en mí un efecto de ostranemie similar al de la literatura que provocó que tomase conciencia de todo lo que escuchaba.
Ahora bien, por su cara debo suponer que no entendió nada de mi hipótesis, lo que simplemente la confirma aún más. Sin embargo me deberá disculpar mi querido Borges, pero ahora que sabe mi horrible verdad voy a tener que matarlo. No tenga miedo, sea un hombre: esto es sólo una pistola.”
No obstante la bala que salió de mi revólver atravesó su frontal antes que pudiera apuntarme. Desde hacía ya varios minutos había anticipado el final de su historia.

nICO

miércoles, 18 de abril de 2007

La fiesta increíble

-Te dije que no nos iban a dejar entrar, sos un colgado- dijo enojado Santos.
-Buen, qué se yo, pero los chabones son unos garcas… no es tan tarde, podrían dejarnos entrar, para mí que no nos dejan por tus bermudas de mierda- alegó el Alemán en su defensa.
-¿Eh?... ¡Callate!, mis bermudas están bárbaras. Si fuese por esto- dijo señalando sus bermudas- a vos te hubiesen dejado entrar… no. No ves que no nos dejan entrar porque ya son las 5 y media.
-No es tan tarde, loco. Qué nos dejen pasar.
-¡Qué no va a ser tarde!- dijo Santos señalando su reloj.
-…
-¡La mejor fiesta de todos los tiempos y nosotros acá afuera! Si no hubieras estado tres horas en tu casa diciendo “me hago una línea más y salimos”, hubiésemos podido entrar.
La noche para Santos y el Alemán había terminado sin siquiera comenzar. Habían llegado tarde al galpón de San Telmo en donde se hacía la fiesta y se vieron con la noticia que ya no podían ingresar; resignados, compraron en un kiosco cercano un vino barato y lo comenzaron a tomar en la puerta del lugar.
-¿´tará bueno ahí adentro?- preguntó Santos.
-Y… calculó que sí- respondió resignado el Alemán encendiéndose un cigarrillo- debe estar lleno de drogas y de minas.
A las 6 y pico de la mañana encendieron el único porro que tenían. Esto coincidió con las primeras personas que, lentamente, comenzaban a salir de la fiesta.
-Che, ¿cómo está adentro?- le preguntó Santos a una pareja que se estaba yendo.
-No sabés, una cosa increíble- dijo el hombre de la pareja- había una pista de los ´80 que tocaba una banda covers de Depeche Mode y había ríos de merca.
“Ríos de merca” quedó resonando en la cabeza del Alemán, “¿qué carajo serán?, debe ser una cosa increíble”
-Déjennos pasar- vociferó
-Bueno, por lo menos tenemos un porro- le comentó su amigo, pasándoselo a modo de consuelo
-¡Andate a la mierda con tu porro!... ¡No!, mejor dame.
Se fumaron todo el cigarro rápido para tranquilizarse y para cuando lo terminaron ya estaban demasiado locos como para seguir enojados. A eso de las 7 de la mañana Santos dijo:
-Che, ¿sacó otro porro?
-¡Ah! ¡¿tenés otro?! ¡Qué bueno!
-…
-Pensé que habías traído uno solo.
-¿Por qué pensaste eso?- preguntó indignado Santos
-No sé, se me ocurrió.
-Bueno, se te ocurrió mal.
-…
- No te hagas el que sabe porque nadie nunca sabe nada.
-…
-… -Si… bueno, en literatura existe el narrador omnisciente, que sabe todo.
-No, eso es mentira. El narrador omnisciente no existe… si te fijas vas a ver que en todos los cuentos que supuestamente hay narrador omnisciente, en realidad no hay, es una apariencia, el autor le deja una falla imperceptible al narrador para que no sea omnisciente. Es como una regla.
-¿En serio?
-Sí, en serio.
El flash literario de Santos y el Alemán fue interrumpido por un grupo de chicos que salían de la fiesta a los que les preguntaron que tal estaba.
-Una cosa increíble- les dijeron- Había confiteros llenos de bicho y te agarrabas todos los que querías.
-Sí, y mujeres con tetas del tamaño de heladeras que segregaban porro de los pezones- agregó un borracho más que estaba saliendo.
“¡Qué bueno!”, pensó el Alemán, “minas con tetas enormes”. A las 10 y media de la mañana salió su amigo Charly.
-Che, Charly, ¿cómo estuvo?- le dijo Santos.
-¿Qué pasó? No viniste, ortiba.
-No, no nos dejaron entrar.
-Hubieran entrado igual, estaba bárbara… Lleno de putas y había un gotero de LSD. Salí porque me moría. No doy más. Me voy a tirar a dormir en este colchón- dijo Charly arrojándose contra el capot de un Renault 12 rojo estacionado en la esquina.
Un poco más tarde, salieron del galpón una par de chetitas insoportables. Eso al Alemán lo irritó al extremo, “que a esas boludas las dejasen entrar” y a ellos no. El enojo aumentó aún más cuando una de ellas se le acercó con una cámara y le pidió que les sacara una foto. Él, con mucha clase, dijo:
-Sólo te sacó una foto si la cámara es mi pija y mi wuasca es el flash.
Las dos chicas se apartaron rápidamente.
-Así me gusta- les gritó Santos- Váyanse rápido a teñirse el pelo, rubias taradas, antes de que les crezca una neurona nueva.
Los dos amigos continuaron fumando porro y tomando vino barato en la puerta del lugar, si ellos no iban a la fiesta que la fiesta fuese a ellos, por eso mientras tanto hablaban con la gente que se iba yendo. Finalmente, a las 11 de la mañana, salió “el tipo que fumó tanto porro que se convirtió en Kiko del Chavo del 8”[1] y pudo en breves palabras explicarles perfectamente a los dos amigos lo que se habían perdido; simplemente cuando le preguntaron cómo era adentro, respondió:
-Es… dbght…- dijo tapándose la boca- Incre…gthk… Llena de mi…gthrd y porro… ¡guahtdhhhh!- concluyó por fin bañando a Santos, que se encontraba debajo de él, en un vómito con forma de fideos con salchichitas y un dudoso olor a cerveza y vodka New Style.

nICO
[1] Carlos Villagrán nació en Guadalajara, Méjico a principio de los años ´80. Que tuviese el mismo nombre que el famoso actor no fue más que pura casualidad; de hecho su vida difirió mucho de la de su homónimo. Educado en el ceno de una familia tradicional, desde muy chico se le inculcó el hábito del estudio, de este modo sus boletines tanto de primaria como de secundaria sólo tenían nueves y diez a excepción de Deportes donde las calificaciones siempre fueron considerablemente más bajas. “Es un excelente alumno, estudios, culto y cordial. Un ejemplo para sus compañeros” llegó a comentar una vez su profesora de Castellano de primer año.
Al terminar el colegio secundario decidió estudiar filosofía debido a la pasión que sentía por textos de Heidegger, Gadamer, Hegel, Sartre y Marx, entre otros, además de su ambición de demostrar que “existe una realidad más allá de la que ven nuestros ojos”. De este modo, 5 años más tarde se licenció en filosofía con medalla de honor de la Universidad Autónoma de Méjico y fue admitido para hacer un posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Cabe aclarar que la vida que se lleva en Puan –nombre con que se conoce a la suscitada facultad- es muy diferente a lo que tenía acostumbrado Carlos; de este modo la forma de vida de este ejemplar estudiante cambió de una manera trascendental. Es así como recién en uno de los primeros días de clase, Carlos conoció el porro, algo que para él nunca había existido, y lo fumó y le encantó. La principal razón por su gusto por el porro fue que con él pensó que su filosofía había triunfado ya que logró encontrar una realidad más allá de la que le mostraban sus ojos, sin embargo también le encantaba de esta droga la alegría que traía. Por ello, una vez que la probó, nunca más la pudo dejar.
Un poco después de cumplirse un año de vida en Buenos Aires (ya habiendo abandonado por completo los estudios), estaba Carlos fumando un porro con su novia en una plaza, como él no lo soltaba, ella dijo:- “Che, pasalo”. Pero no ocurrió nada, por lo que volvió a repetir el pedido, pero nuevamente Carlos no respondió, estaba completamente “colgado” en un viaje de cannabis. Una vez más por lo tanto su novia repitió el pedido y esta vez él si respondió muy irritado:- “Hay, ya callate, callate que me desesperas”. Simultáneamente a esto sus cachetes crecieron tanto hasta tomar el tamaño de pelotas de golf y Carlos dejó de ser conocido por su nombre para comenzar a llamarse “el tipo que fumó tanto porro que se convirtió en Kiko del Chavo del 8”. Después, comenzó a usar un ridículo traje negro de marinero.

martes, 3 de abril de 2007

Descubrí algo zarpado

amiga y cogía en msje d txt se escribn = 26642. así q vos q tenés una amiga[1] q la re qres es tu hna. Sácate la caseta y decí la vdad: careta de merda t la qres cger!!
y vo ortiba sácate la gora.

nICO
[1] O quizás te equivocaste y querías decir “cogía”.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Radio Taxi

Quizás por paranoia, se tomaron un taxi a 5 cuadras del punto de encuentro. Cuando llegaron, Juan se bajó y le dijo al taxista que regresaba en un momento. Vi que un tipo que tenía unos perros lo estaba esperando en una esquina y se pusieron a hablar, así que le pregunté al otro, que se había quedado en el coche conmigo, qué había ido a hacer su amigo. No, no es mi amigo. Somos compañeros de la facultad. ¡Bah!... sí, somos amigos, pero lo conozco desde la secundaria y era media freak, nos hicimos amigos recién en la facultad; así que para mí es más compañero de la facultad que amigo. Juan regresó al taxi, ahora vamos hasta Neuquén y Nicasio Oroño. Y… ¿todo bien? Sí, todo bien, pasame un pucho; ¿se puede fumar acá, no? Sí, sí, nomás bajame la ventanilla. Nos estaba esperando hacía 10 minutos. Y es un boludo, ¡qué se joda!... habíamos quedado y media. No hablaron mucho después de que se volvió a subir el pibe, lo que sí, se fumaron como 3 cigarrillos, por suerte les dije que bajaran la ventana. Acá en la esquina está bien. Patricio pagó y caminaron 30 metros por Nicasio Oroño. ¡Le hubieses dicho que doblara y nos dejaba en la puerta! No, haceme caso, nunca es bueno confiar del todo en un tachero, son medio covanis. Entraron a la casa de Juan, y éste sacó de su morral un bloque de medio kilo de marihuana; Patricio armó un porro enorme y lo fumaron viendo Los Simpson.

nICO

martes, 13 de marzo de 2007

El arma flashera de los guardia urbana

Como otras noches, estaban aquella Julio y Jorge fumando porro en una tranquila esquina de la calle Serrano en el barrio de Palermo cuando de pronto apareció un guardia urbana.
_ Por esta vez no les voy a hacer nada, pero denme eso y váyanse_ dijo haciendo referencia al cigarro de canabis.
_ ¡Pero qué decís careta!, sos un guardia urbana de mierda… no podés hacernos nada_ respondió Jorge.
_ Sí, qué vas a hacer: ¿soplar tu silbato muy fuerte hasta aturdirnos y hacer que nos sangren los oídos?_ agregó riéndose Julio.
_ No me dejan otra opción_ contesto el guardia y gritó:_ ¡KEKENIA[1]!
_ ¡KEKENIA!_ repitieron los chicos.
_ ¡KEKENIA!, ¡KEKENIA!_ volvió a decir el guardia urbana.
_ ¡KEKENIA!, ¡KEKENIA!_ repitieron sucesivamente Julio y Jorge una vez más.
Segundos más tarde una manada de gaviotas y palomas apareció desde el cielo para defender al guardia urbana. Al mismo tiempo el Pájaro Caniggia y el Pájaro Hernández aparecieron en defensa de los chicos. Dicen que la batalla entre las aves duró 100 años y fue épica, pero eso ya excede los motivos de este relato.
[1] KEKENIA: nombre con que se conoce el llamado del pájaro.